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SOCIEDAD

Abuso sexual: la víctima que salió del infierno y busca sanar sus heridas

Tamara Suárez quiso “dar la cara”, relatar su historia y, para tratar de ayudar, contar cómo pudo rehacer su vida.

24/08/2024
Abuso sexual: la víctima que salió del infierno y busca sanar sus heridas

Con apenas 19 años y un pequeño hijo a cargo, Tamara Suárez tomó la determinación de escapar de su casa para terminar con el infierno que estaba sufriendo.

Desde pequeña era abusada por su padrastro y quiénes debían cuidarla le dieron vuelta la cara, por lo que decidió sobrevivir y tratar de salir adelante.

Por el temor de que a su hermana le pudiera suceder lo mismo, habló y denunció lo que pasó en esa vivienda de Cabildo.

En 2017, la Justicia bahiense le impuso 23 años de cárcel a su padrastro, el expolicía Justo Oscar Suárez.

El hombre falleció mientras cumplía la pena por los ultrajes registrados entre 2004 y 2015.

La joven, actualmente de 28 años, asegura que no solo soportó los abusos, sino también la indiferencia de su madre.

Por pedido de la abogada Viviana Lozano, la mujer fue investigada y, en 2022, sentenciada a 18 años de prisión, como partícipe necesaria de las agresiones llevadas adelante por quien era su pareja.

Este último fallo no se encuentra firme (la defensa apeló a la Suprema Corte de Justicia bonaerense), por lo que María Eugenia Barayazarra aún permanece en libertad.

Tamara formó una familia (está en pareja con Matías y tiene dos hijos de 12 y 6 años) y logró abrirse camino en una vida plagada de situaciones dolorosas.

Admite que lo vivido le dejó cicatrices que no desaparecerán nunca y que necesita cerrar este capítulo de la historia.

“Después de todo lo que pasó, las personas que me ocasionaron el daño siguen su vida como si nada. En su momento se los señaló, pero después es como que pasó. Mi mamá, que está condenada y permanece en libertad, sigue haciendo su vida normal sin ningún tipo de culpa”, afirma.

“Me pregunto por qué me tengo que seguir escondiendo, cuando ella (por su madre) hace su vida normal. Eso me cansó”, agrega Tamara, quien menciona que suele cruzarse con Barayasarra en las calles de la vecina localidad.

No se olvida

Cuenta que todo lo vivido quedó grabado a fuego y que son situaciones imposibles de dejar atrás. 

“No es fácil, porque a veces, de noche, tengo sueños y al otro día me levanto mal. Hay olores, sonidos o voces que hacen que se me vengan imágenes de lo que pasé. No es que una vez que la Justicia actúa te olvidás”.

Describe que “una tiene que aprender a vivir el día a día con eso. Hay veces que estás bien y otras en las que no tenés ganas de salir de la cama. En ocasiones tengo ganas de llorar y ahí me doy cuenta de que soñé la noche anterior. Escucho que le pasó algo a una chica y pienso que también podría haber sido ella, que también podría haber aparecido en una zanja”.

Asegura que solo quien pasó por una situación similar sabe a lo que se enfrenta.

“La gente a veces te dice que tenés que seguir adelante y olvidarte de lo que pasó, pero la realidad es que eso no se puede hacer de un momento para otro, tenés que aprender a convivir con eso. Siempre hay algo que te va a hacer acordar, porqué tenés esa marca en tu vida”.

La joven también tiene en claro que la prioridad son sus hijos.

“Una queda con miedo hacia lo que les puede pasar a ellos y también tengo el compromiso de que no voy a hacer lo que hizo mi mamá. Viene mi hijo y me dice que lo tocaron o le hicieron algo y seguro que no voy a actuar muy tranquila. Prefiero reaccionar o equivocarme y disculparme a quedarme callada”.

“Podés querer mucho a tu esposa o marido, pero la prioridad son tus hijos. Cuidarlos de todo”, afirma.

Justicia y tiempos

“En un principio pensaba cuánto hay que esperar, por qué tarda tanto. Hoy entendí que hay que tomarlo con calma, revisar todo para que no se escape nada y que realmente haya justicia”, opina, sobre el proceso que debe afrontar.

“Todo esto es largo, lento y sufrido, porque tenés que contar lo que pasó muchas veces y someterte a pericias. En mi caso pasé por dos juicios. Yo siempre digo que tengo la maldición de acordarme de todo de manera cronológica y hasta detalles de los lugares”, continúa. 

También señala la necesidad de que los jueces resuelvan las apelaciones y se tome una decisión final.

“No sé cuál es la demora, yo pregunto siempre a ver qué pasa. Me he encontrado con ella (por su madre) y cuando voy sola da vuelta la cara y cruza de calle, cuando estoy acompañada te saluda cínicamente. En el juicio dijo que me cruzó en la calle y me pidió perdón, pero eso jamás pasó”.

Comenta que otras víctimas se comunicaron con ella luego de que su caso saliera a la luz.

“Después de mi primer denuncia me escribieron varias chicas de Cabildo contándome situaciones que habían tenido o le pasaron a familiares. Nunca se habían animado a hablar hasta que saltó mi caso”.

 

Tamara admite que “al principio tenés el temor de lo que puede llegar a pensar la gente, máxime cuando en el círculo que vos tenés lo contaste y te trataron de mentirosa o de que provocaste la situación. Había gente que veía cosas o sospechaba, pero se hizo un silencio comunitario sobre el tema”.

Cambio de vida

Pese al tiempo transcurrido, recuerda claramente el momento en que resolvió huir de su casa.

“Fue cuando él (por su padrastro) me amenazó que si yo me iba desaparecía y nadie se iba a enterar de qué pasó, porque mi hijo se iba a quedar con ellos. Eso me hizo pensar: hasta acá llegué”. 

“Me fui escapada de esa casa una madrugada con mi hijo de 2 años. No es fácil tomar esa decisión, pero también pensaba en mis hermanos y tenía el temor de que les pasara algo”.

Reconoce que en algún momento sintió culpa por alejarse de ese lugar.

“Tuve que abandonar mi vida, mis amistades. Me fui a Coronel Pringles, agarré los bolsos y salí. En el viaje empecé a analizar todo eso y hasta me sentía egoísta por pensar en mí. En el momento uno no piensa, solo reacciona”.

Finalmente, destaca el valor de no silenciar situaciones de este tipo.

“A las personas que les haya pasado o les está pasando les digo que no callen. Es duro y complicado. En su momento lloré, insulté, me enojé y preguntaba por qué a mí. Nunca tuve respuestas, solo sé que injustamente me pasó, por lo que solo me quedaba  intentar salir. No hay que callarse, porque siempre, hasta la persona menos pensada, te va a ayudar”.

“Fallaron todas las instituciones”

“Recuerdo claramente cuando en septiembre de 2015 esta víctima llegó a mi oficina acompañada por quien era su pareja en ese momento y su hijo. Cuando me exhibe la denuncia y fuimos conversando, realmente los hechos que narraba eran espantosos y parecían extraídos de una película de terror”, recuerda la doctora Viviana Lozano sobre el primer encuentro con Tamara.

La letrada, quien asesoró a la víctima en los debates, describe que “el proceso fue muy lento, pero en 2017 se logró la condena del agresor y, a pedido del particular damnificado, el Tribunal en lo Criminal Nº 1 ordenó la formación de una causa contra la progenitora, quien mientras se desarrollaba el debate no se cansó de mentir. De hecho a un canal local le había dicho que su hija mentía y estaba manipulada”.

“La causa estuvo durante años dando vueltas y llevó tiempo llegar a ese juicio. Hasta ese momento la postura de la mujer era clara, tratarla de loca y mentirosa”.

Agrega que en el debate Barayazarra “intentó nuevamente acusar a su hija de absurdos, pero también quiso ponerse en plan de víctima, de que ella había sufrido violencia y por eso accionó así. Nadie compró eso, porque mientras él (por el padrastro de la chica) estuvo privado de la libertad podría haberlo dicho si eso era así, sin embargo siguió a su lado hasta que murió”.

Lozano señala que la sentencia contra la mujer fue confirmada por el Tribunal de Casación y actualmente la defensa de la imputada planteó un recurso ante la Corte bonaerense que se encuentra pendiente de resolución.

“Cuando fue condenada no hicieron lugar al pedido de detención, que reiteramos tras la ratificación de la decisión, pero tampoco la concedieron porque la fiscalía no la requirió, por lo que esta persona aún está en libertad”.

Afirma que la joven “ha sido muy fuerte y tiene que poder cerrar esa parte de su historia”.

“Todas las instituciones fallaron, así como hoy falla el poder judicial al no resolver las causas en tiempo razonable, como dice el artículo 15 de la Constitución provincial. Considero que la víctima fue abandonada por el sistema, porque me pregunto si a nadie le llamó la atención lo que sucedía. En septiembre se cumplen 9 años de que arrancó todo esto y 7 de la condena del agresor principal, pero todavía sigue esperando justicia”, finaliza.

INFORME LA NUEVA 

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