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Pan de garage: la pasión por el pan artesanal

Nació como un pasatiempo y hoy marca tendencia en las panaderías de Bahía Blanca.

09/09/2022
Pan de garage: la pasión por el pan artesanal

Una de las tantas cosas que provocó la pandemia del Covid-19 fue que muchos, al quedarse en sus casas, buscaran en la cocina una escapatoria al encierro; otros lo vieron como un ingreso laboral ante la imposibilidad de trabajar en rubros que no lo podían hacer.
"Pan de garage", esta panadería ubicada en Lavalle 521, casi Corrientes, de Bahía Blanca, tiene un poco de todo eso y mucho más. Y ese mucho más es la pasión por el buen pan, el pan hecho de manera artesanal.


Sus propietarios son Julián y Lucía Álvarez son los propietarios de Pan de garaje y tiene en su equipo a un joven con raíces pringlenses, Sebastián Elcano, que junto a Tobías y Camila forman un buen equipo de trabajo.
El Orden visitó esta panadería para conocer cómo surge, y por supuesto, saborear sus productos.

Julián nos contó que todo comenzó en la cuarentena del 2020 con otro nombre "Have good bread" porque me caía muy mal el pan y una alternativa para que no me caiga tan mal era empezar a hacer pan de masa madre". Varios lugares de Bahía lo hacían "pero no me terminaban de gustar, eran muy ácidos entonces arranqué a hacer mi propio pan.
Y en paralelo me hice estudios de porqué me caía mal el pan y los resultados dieron que son celiaco; pero de todas maneras seguí haciendo pan. Me pelee con Lucía, mi hermana, porque ella me decía que no tenía que hacer pan, que tenía que estudiar", relata Julián quien, al comenzar a subir a Instagram las fotos de sus panes, sus amigos le hacían pedidos "pero como no se podía salir, se los mandaba por delibery. Eran panes normales, no para celiacos. Ellos empezaron a subir las fotos y la gente comenzó a hacer pedidos. Eran como 10 personas y para mí era un montón, yo no quería vender pan".

La cocina de su mamá pronto pasó a ser su lugar de trabajo; paralelamente Julián empezó a leer más de cómo hacer otros tipos de panes y a cocinar para su familia ya que "estábamos todo el día libre, en casa, sin hacer nada".

De músico a panadero.
Un día su hermana Lucía le regaló una bolsa de harina y eso fue el detonante. "Desde ahí no paré. El pan salía bien, era rico, la gente le veía algo diferente. Después hicimos focaccia, mi mamá me prestaba la cocina una vez por semana, había harina por todos lados y a mamá mucho no le gustaba, para colmo yo no lo comía y como recién estaba diagnosticado un poquito masticaba pero sabía que eran ricos por lo que me decía la gente.
Y así fui arrancando. Ví que podía pagarme la universidad básicamente con el pan. Yo toqué diez años en una banda de cumbia y con eso me cubría todos mis gastos pero con la pandemia desaparecieron los eventos, no tenía ingresos y no quería pedirle a mi familia. Así que con el pan me fui pagando la universidad pero me fui dando cuenta que no quería estudiar más, todo lo que trabajaba era para pagar la universidad. Entonces me metí con el pan".

El garage como panadería.
Poco a poco Julián fue robando espacios de la casa de su mamá, hasta que un día su mamá dijo "ya está, es harina todos los días; entonces nos pasamos al garaje, al cual tuvimos que reformar un poco. Lucía me ayudó con las compras, eso fue en julio 2020. Con mis ahorros, más lo que me prestó mi otra hermana, me compré mi primer horno. Empecé a hacer más panes y con lo que iba ganando lo invertía en cosas para la panadería".

Mudarse al garaje tuvo otra consecuencia para la incipiente panadería; "se nos fue de las manos. Nosotros poníamos los panes en la esquinita de la puerta, los que pasaban olían y preguntaban y compraban. Pero el gran cambio se dio en febrero del 2021", asegura Julián.
"A Seba (Elcano) lo conocí en Barone, yo le hacía los panes de hamburguesa. Un día lo invité a conocer la pana. Vino con su mochilita, se puso el delantal, sacó su set de cuchillos, agarró una escoba y se puso a barrer y ahí dije ya está, este se tiene que venir conmigo. Yo ya estaba sobrepasado con el emprendimiento. Seba durante mucho tiempo trabajó en simultáneo con Barone y con la pana, hasta que un día se quedó acá.

Y una vez que tuve a Seba yo tenía más tiempo libre para hacer otro tipo de panes, dividirnos las tareas y podía dedicarme a las redes porque es nuestra vidriera. Hoy en día no, pero en el garaje sí. Lo que mostraba en Instagram la gente venía a buscarlo".
En el garage "la producción siempre fue poca cantidad para que sea artesanal y para mantener la calidad como ahora. Lo mismo que ahora, lo que pasa acá pasaba en el garaje, a otra escala pero lo mismo. Manteniendo la misma calidad y estilo, hacemos casi los mismos productos que hacíamos en el garaje", expresó Julián.

Artesanos del pan.
Si bien Lucía siempre estuvo cerca de Julián, lo hacía con un perfil más bajo. Sin embargo decide sumarse cuando "veo que están un poco colapsados, ya con Seba trabajando. Julián es mi hermano menor así que todo lo que me pida o me vaya a pedir, yo lo voy a hacer", confiesa.
En cuanto al trabajo de Julián y Seba, Lucía expresó que "son súper artesanos, son artistas, trabajan con sus manos. Y como a ellos les gusta amasar me di cuenta que podía sumarme en la atención al cliente porque es otra arista importante del negocio. Ellos no hacen pan común, todos los panes tienen una vueltita de rosca y a la gente le gusta que les expliques qué están comiendo, qué es la masa madre, que es la harina integral".

Lucía también se encarga de otra parte importante del negocio que son los costos, las compras. Sus 20 años de trabajo en gastronomía la avalan para estar en esa parte de la organización. Siempre le gustó la cocina, pero el emprendimiento "me encontró en un momento de mi vida en que ya no tenía ganas de ni quemarme, ni de irme llena de olor.

Pero mi motivación siempre fue ayudar a Julián a que cumpla su sueño, cualquiera que sea. Yo tenía mi vida bastante resuelta pero puse todo mi amor y arrancamos con esto.
Me sumé en septiembre/octubre del 2021, sabíamos que se venía la temporada fuerte del pan dulce así que con gusto dejé mi vida de lado y nos metimos en el garaje. Mirándolo de afuera, para mí lo del garaje fue un sacrificio muy grande para todos".

Cuando se levantó un poco la pandemia, las redes comenzaron a hacer ruido. "La gente empezaba a hacer cola, la gente ya hablaba de Pan de Garage, le habíamos cambiado el nombre porque uno en inglés era más difícil de pronunciar", dijo Lucía; y para que Julián nunca se olvide de eso, colocó un cuadro en el local que recuerda el garaje de la casa de su mamá.

Aprender el oficio.
Lucía destacó que "todos aprendieron un oficio de cero, ninguno viene de papá panadero, hermano panadero. Googlearon, leyeron, se capacitaron, probaron, tiraron, todo, todo es mérito de ellos donde las familias los ayudan, los apoyan. Nuestra bolsa, donde van los productos, tiene un dibujo que hizo Seba, tiene el garaje de la casa de mamá, tiene la baguette porque Seba, del día uno, es el que las lee, las amasa, para mí Seba es base, es nuestro encargado. Formamos un buen grupo de trabajo, respetamos nuestros espacios, sabemos lo que nos gusta a cada uno donde lo principal es ser buenos compañeros, sin olvidaros que hay una responsabilidad".
"Para mí, Pan de Garage es como una segunda familia", dijo Sebastián Elcano. "Agradezco mucho haber podido entrar y formar parte del equipo porque siempre me gustó la panadería. Cuando vine de Paraguay (donde estudió Gastronomía en el IGA) a Bahía me metí en lo que no me gustaba que era comida rápida, era muy desgastante y agotador. Y cuando conocí a Juli tenía que aprovechar esa oportunidad sí o sí. Aprendí muchísimo, obviamente se sigue aprendiendo, y ver que un pan sale bien, sale rico, con un buen aroma, con una buena corteza para mí es algo espectacular", concluyó Sebastián.

Y si usted lector es de viajar a Bahía Blanca con frecuencia, o no, Pan de Garage debe estar entre los lugares donde tiene que ir a degustar deliciosos panificados acompañados de un buen café y una excelente atención.

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